De pronto, Jorge David, el sanguchero solidario de la Virgen y el Señor del Milagro, se va despidiendo de la Noche del Peregrino. Se trata de esa movida que se creó para recibir a los devotos del Milagro que, con los años, se hizo toda un institución, que luego se amplió y llegó hasta la localidad jujeña de Tilcara en su acompañamiento a los caminantes de Santa Victoria Oeste.
De eso se trata, David anuncia oficialmente que este será su último año de ayudar a los peregrinos, pero lo que dice es que deja de armar todo de manera sistemática, organizada y coordinada para la apoyatura logística de los caminantes. Porque se debe decir que la tarea de David comienza varios meses antes para tener todo finalizado el 14 de septiembre a la noche.
“Ya estoy muy cansado y grande para seguir recibiendo como hasta ahora a los peregrinos. Es por eso que digo es esta es mi despedida, mi último año. He pasado un tercio de mi vida inolvidable con la organización de los peregrinos y creo que ya es momento de retirarme. Creo que mi tarea fue uno de los tantos ejemplos para que otras personas salgan a las rutas a experimentar las sensaciones de ayudar a los peregrinos. Entonces pienso que ya es tiempo de mi retiro, dijo el hombre.
UN DOLOR DENTRO DE SU CORAZÓN
Don David, perdió a su esposa, a una de sus hijas y a un nieto en un accidente de tránsito a fines del año 2017.
Sobre la misma ruta que se cobró la vida de sus seres queridos, recibió a cientos de personas que desafían el calor, los cerros y la altura para agradecer o prometer algo especial al Señor y a la Virgen del Milagro. Su generosidad es más fuerte y no duda en aliviar el cansancio con agua o frutas.
El ritual solidario se repite año, tras año. Todo comenzó en el año 2000, con una promesa a la Virgen del milagro por su pequeño nieto que no lograba recuperarse de una grave enfermedad.
“Me arrodillé ante la Virgen y le pedí por mi nieto. Sentí que una mano me tocó el hombro y para mí fue ella”. Emocionado, decidió volver a su local de sandwiches y regalar comida a todos los que entraran al local.
LA TRISTEZA NO LO DETUVO Y LA SONRISA FUE SU MEJOR RECOMPENSA.