Una madre salteña agradece profundamente a una familia que, con un acto de amor inmenso, decidió donar los órganos de su hijo, permitiendo que su pequeña comenzara una nueva vida.
“Cuando te llaman para decirte que ya está el órgano para el trasplante, es una emoción grandísima”, expresó Noelia Moyano, madre de Candela, una niña que el pasado 30 de noviembre fue operada con éxito de un trasplante de riñón luego de dos años de espera.
Durante ese tiempo, esta madre luchadora, que cuida a sus cuatro hijos en Salta Capital, acompañó a Candela en un proceso difícil: su hija debía someterse a cuatro diálisis diarias. “No encuentro palabras para describir la emoción que siento”, confesó.
Al momento de la operación, miles de sentimientos la invadieron: la tristeza por el pequeño salteño de siete años que fue el donante, la preocupación por la cirugía y la alegría por esta nueva oportunidad para su hija. “Me mandaban fotos del nene y yo lloraba. Perder a un hijo debe ser algo muy doloroso”.
Noelia no dudó en expresar su gratitud hacia la familia del pequeño: “Estoy agradecida con los padres del nene. Hacer esto es un acto de amor enorme. Afrontar la pérdida de un hijo y tener la conciencia de que podés ayudar a otra persona a vivir es algo grandísimo”.