Este domingo, el Papa Francisco hizo una inesperada aparición pública en silla de ruedas y con oxígeno, saludando con una voz débil a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro: “Feliz domingo a todos. Muchas gracias”.
Fue su primera salida desde su internación de 38 días en el Policlínico Gemelli por una neumonía bilateral. A pesar de que los médicos habían indicado reposo total y evitar el contacto con el público, Francisco quiso estar presente en el Jubileo de los Enfermos y del Mundo de la Salud, celebrado el 5 y 6 de abril.
En su mensaje, el Pontífice reflexionó sobre la fragilidad humana y la necesidad de apoyo durante la enfermedad, destacando su propia experiencia: “Conviven muchas cosas: el sentirse débiles, depender de otros y necesitar apoyo”.
Durante la ceremonia, saludó a monjas, médicos y enfermeros —algunos incluso le besaron la mano—, y recibió aplausos de los 20.000 fieles presentes. También pidió por la paz en Ucrania, Gaza, Medio Oriente, Sudán, Myanmar y Haití, y agradeció mensajes de mujeres detenidas en la cárcel de Rebibbia.
“Ha sido una gran emoción que el Papa haya querido estar con nosotros, como enfermo entre los enfermos”, escribió el presidente de la Federación Nacional de Médicos de Italia.