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EL PUEBLO FANTASMA ABANDONADO DE SALTA | Antes vivían 3 mil personas; tenía iglesia, escuela, cine y hotel

En Argentina, varios pueblos han sido olvidados con el paso del tiempo, ya sea por una crecida, la falta de habitantes o porque eran sitios de explotación. Tal es el caso de un pueblito en Salta que se ha convertido en un destino fascinante para los turistas de todo el mundo.

Se trata de Mina La Casualidad, un pueblo fantasma ubicado en la Puna de Salta, cerca de Tolar Grande. Este lugar, que alguna vez fue la Compañía Azufrera Argentina, cerró el 21 de noviembre de 1979. En su época de auge, llegó a tener 3 mil trabajadores, pero hoy solo quedan escombros, transformándolo en un lugar que ofrece una experiencia conmovedora.

Fundado en 1951, este pueblo albergaba a peones, ingenieros, expertos en minería, así como a mujeres y niños. Contaban con diversas facilidades como un pequeño hotel, confitería, escuela primaria y secundaria, iglesia, cine, teatro, canchas de básquet y fútbol, oficina postal, y servicios de luz, teléfono, gas natural, red cloacal, agua corriente y acceso por ruta.

En la mina se procesaba el azufre extraído de un cerro cercano a la frontera con Chile, específicamente de la bocamina La Julia. A través de un moderno cable carril de 15 km, el azufre en su estado natural era transportado en vagonetas de unos 200 kg hasta el campamento.

¿POR QUÉ CERRO LA CASUALIDAD?

A fines de los años setenta, el ministro Alfredo Martínez de Hoz ordenó su cierre por decreto, argumentando razones económicas. Posteriormente, la importación fue favorecida en detrimento de la industria nacional, lo que llevó al desmantelamiento de la mina. Como consecuencia, el pueblo y la mina fueron abandonados.

Hoy en día, la capilla del lugar se encuentra desnuda, tanto por dentro como por fuera. Un tablón de madera improvisado sirve como puerta, y solo una cruz de madera amurada a la pared indica que alguna vez hubo un pequeño altar.

Frente al pueblo, los restos de la planta azufrera más importante del país exhiben en su decadencia tolvas, calderas y chimeneas retorcidas. Los cables rotos, una vagoneta caída y una única torre de acero aún de pie son los últimos vestigios de aquella época.